Quiero empezar esta carta de amor recordándote que, ante todo, te quiero. Pero lo que quiero en estas líneas es pedirte algo, o hacerte una proposición, según cómo se mire. En los últimos meses hemos estado un tanto graves, serios o cansados y la verdad es que me apetece retomar las risas y las caricias.
Por eso esta carta es una proposición, muy decente, aunque podrías fácilmente darle otro tono. Quiero proponerte que por unos momentos volvamos a empezar. Que vuelvas a proponerme una cita como la primera vez y que quedemos en un sitio especial, uno que elijamos con la deliciosa incertidumbre de si le gustará al otro o no; intentando adivinar nuestros deseos.
Quiero volver a conversar para saber de ti; porque en este tiempo sé que has cambiado, o has evolucionado, y yo he estado tan absorta en mi día a día que ni siquiera me he dado cuenta. Así que hoy, de nuevo, quiero volver a saberlo todo de ti. Y quiero volver a imaginarme cómo sabrán tus besos y con cuánta intensidad me abrazarás; quiero imaginármelo y no darlo por sabido.
Así que te propongo que durante los próximos días juguemos a ser dos desconocidos, a intentar complacernos mutuamente por todos los medios, a llevarte a ver la película que te guste y a acompañarme a la exposición que me interesa. Quiero que juguemos a preguntarnos cómo nos va la vida, si estamos satisfechos con lo que tenemos y si queremos algo más.
Quiero volver a concerte una y mil veces.